Hace un par de años nos sumábamos al Día Mundial Contra el Cáncer con un completo artículo que trazaba un estado de la cuestión de la enfermedad: qué es el cáncer, tipos de cánceres más frecuentes, tasas de penetración según sexo, país etc. Hoy volvemos a aportar nuestro granito de contenido al día que rinde homenaje a todos los afectados por la enfermedad.
Y nuestro deseo es hacerlo con una recopilación de los últimos avances en materia de prevención y cura, que auguran, según estima el profesor Karol Sikora, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buckingham, un futuro, no tan lejano (2030), en el que el cáncer no será una enfermedad mortal en un 70% de los casos.
Uno de los principales muros con los que se choca en la lucha contra el cáncer es el de la imposibilidad de diagnosticar o detectar la célula cancerígena con antelación suficiente a la aparición de los síntomas en el paciente.
En este sentido, la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) presentó el desarrollo de un análisis o biopsia líquida que en el 90% de los casos, en un muestreo de 160 pacientes afectados por cánceres de mama, pulmón o próstata, fue capaz de detectar células cancerígenas en el torrente sanguíneo de forma certera.
Las posibilidades y esperanzas que ofrecería un diagnóstico tan precoz del cáncer, convirtiéndose en un diagnóstico tan rutinario como una toma de colesterol en sangre, son increíbles.
Uno de las principales líneas de investigación contra el cáncer estriba en buscar terapias alternativas más focalizadas, menos devastadoras y con menos efectos secundarios que las tradicionales quimioterapia y radioterapia.
Como observó hace más de un siglo el cirujano neoyorquino William Coley, lo que conocemos como cáncer serían aquellas células cancerígenas, valga la redundancia, que han logrado burlar nuestro sistema inmune. Coley trató de inocular estreptococos a los tumores de tal forma que el sistema inmune recibiese la alerta de la presencia de las células cancerígenas, sin embargo, la toxicidad de la bacteria inoculada causaba más problemas que soluciones.
El devenir científico dejó de lado esta idea de Coley en favor de la quimio y la radio y no fue hasta 2013 que la inmunoterapia fue considerada un hallazgo científico prometedor. Desde entonces, y sobre todo en los últimos años, los últimos avances contra el cáncer han ido en esta dirección, y se han ido presentando una serie de fármacos cuyo éxito parece pasar por su refuerzo del sistema inmune.
Las estatinas son un tipo de droga habitual en la lucha contra el colesterol. Circunscritos a los cánceres de mama y de próstata, se localizó que, en los pacientes afectados por dichos cánceres, y que por otro lado eran medicados con algún tipo de estatina para el colesterol, se lograba reducir hasta en un 40% la tasa de mortalidad.
Este es un medicamento inmunoterápico que, como publicó la revista New Englan Journal of Medicine, pudo alargar la vida en 16,8 meses frente a los 5,6 meses del grupo de pacientes a los que solo se aplicó placebo.
El ensayo Monarch 3 ha demostrado que la aplicación de este fármaco reduce en un 46% el riesgo de progresión del cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas cuando se añade a la terapia hormonal.
Hemos hablado de avances en el diagnóstico y en el tratamiento, y, para finalizar este artículo, queremos lanzarnos una pregunta más, ¿qué hay de la prevención? Es decir, ¿hay algo por debajo de la ciencia que podmos hacer nosotros para ayudar en la lucha contra el cáncer? Tan solo reproduciremos a continuación las palabras de Josep Tabernero, presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) en su último congreso, que hacen referencia a los hábitos saludables como una de las principales armas para combatir el cáncer:
dejar de fumar, reducir la ingesta de alcohol, llevar una dieta equilibrada baja en carne roja, hacer ejercicio y evitar la exposición a sustancias que sabemos que son carcinogénicas.