Tras el paso de las Fiestas: renos, árboles, estrellas, belenes, manjares, camellos, reyes magos y papanoeles, en muchos de los hogares españoles la Navidad se ha saldado con una buena, a veces ingente, cantidad de regalos. Aunque a primera vista la sonrisa de nuestros hijos ante tales posesiones nos hará sentir justificado el esfuerzo de haberles regalado todo lo que pedían, esta permisividad no siempre es positiva para ellos. En el artículo de hoy abordaremos en qué medida es positivo o negativo hacer regalos a nuestros hijos, cómo incidir en la interpretación que los niños hacen de la obtención de regalos y cómo convertir un regalo en un refuerzo positivo, incidiendo especialmente en la época navideña, la época de regalos por excelencia.

¿Qué es un regalo?

Desde la psicología conductista, los regalos se traducen e interpretan como “refuerzos”, esto es, elementos que contribuirán, mediante el premio, a reforzar -computar, validar y establecer- un tipo de conducta que el individuo, en este caso, nuestros hijos, ha entendido como rentable, que le resulta beneficiosa y favorable. Si un niño recibe un regalo, automáticamente, en su fuero interno, asociará su obtención al hecho de estar siendo premiado por determinada actitud o comportamiento.

En este sentido, los regalos de Navidad suponen un refuerzo que no ha sido merecido, es decir, estamos premiando a nuestros hijos sin que, en realidad, hayan hecho nada por ganárselo. Evidentemente, ante la Navidad, así como ante los cumpleaños, la magia y la ilusión que suponen las sorpresas y regalos forman parte de tradiciones ineludibles, que además ayudan a potenciar actitudes de fe, ilusión y creatividad, sin embargo, debemos trabajar en que la lectura que nuestros hijos sacarán sobre cómo se obtienen los refuerzos -regalos- no sea la equivocada.

Nuestra labor como padres, a la hora de hacer regalos a nuestros hijos, es tratar de que asocien el regalo a una actitud o conducta positiva, ofreciéndoles, junto con el regalo, como si fuera el papel que envuelve al mismo, la lectura correcta que deben hacer sobre el refuerzo/regalo/premio que les estamos dando.

Regalar sí, pero con moderación

Durante la Navidad, muchos padres compramos a los niños todo lo que éstos demandan, lo que puede llegar a convertirles en niños caprichosos, que no valoran lo que reciben, y que no tienen tolerancia a la frustración. Si siempre reciben lo que desean, sin tener que realizar ningún tipo de esfuerzo, cuando se enfrenten a dificultades, y vean que las cosas requieren trabajo para obtenerlas o simplemente sus deseos no se satisfagan, no van a estar psicológicamente preparados.

El exceso de regalos en Navidad también conlleva el riesgo de que nuestros pequeños acaben valorando los regalos de Navidad de manera cuantitativa: mirarán el número de regalos y no la diversión o atractivo de los mismos, pudiendo entrar en un proceso de competición con sus amigos para ver “a quién le han traído más cosas”. De igual modo, debemos considerar que cuando a los niños se les da gran cantidad de regalos o juguetes van a “saturarse”, por lo que es probable que, al final, no disfruten de casi ninguno de ellos, pues serán incapaces de gestionar ese alto nivel de estimulación.

Manual del “buen regalar”

Por todo ello, a la hora de seleccionar nuestros regalos para los pequeños de la casa entre todo lo que hayan pedido, debemos tener en cuenta los siguientes factores:

  • ¿Qué les va a hacer realmente ilusión?
  • ¿Qué es más adecuado para su desarrollo y fomenta habilidades que nos interesa que desarrolle?
  • ¿Cuáles de los regalos los han pedido porque realmente los desean y cuáles han sido por manipulaciones publicitarias?
  • ¿Cuál es nuestro presupuesto tope?
  • ¿A qué regalos le van a dar realmente uso?

Es importante que, como padres, tengamos una directriz clara sobre cómo queremos que sean los regalos de nuestros hijos para poder compartirla con el resto de familia y amigos. A ello nos puede ayudar esta pequeña clasificación de los regalos en tres tipos:

  1. Regalos Funcionales: Cosas que el niño necesita, aunque no quiera.
  2. Regalos Solicitados: Cosas que al niño le hagan ilusión y haya demandado.
  3. Regalos Educativos: Cosas que, aunque no haya pedido ni sean necesarios, consideramos positivos para su desarrollo.

Deberemos repartir entre los distintos familiares y amigos los tres tipos de regalos, alternando la asignación en cada vez (para que no sea la abuela la que siempre regala los aburridos calcetines), y limitando a un único regalo por persona. De esta manera, nuestros hijos apreciarán la sorpresa, el detalle y el verdadero significado de lo que es dar y recibir un regalo.