Es común, por estas fechas, que oigamos hablar sobre los daños que un exceso de sol puede ocasionar en nuestra piel: en este mismo blog, de hecho, hemos dedicado una entrada al correcto uso de la crema solar en verano para evitar estos riegos. Sin embargo, aunque menos frecuente y más circunscrito a edades avanzadas, el exceso en el uso de cremas solares, así como una falta de exposición a la luz solar, puede ocasionarnos un déficit de Vitamina D. El déficit de Vitamina D se ha relacionado con:
- Hipertensión resistente
- Osteoporosis en adultos o raquitismo en niños
- Obesidad
- Algunos cánceres o fallos en el sistema inmunitario, ya que la Vitamina D es un nutriente fundamental de éste
¿Cómo obtiene el cuerpo la Vitamina D?
La Vitamina D es una vitamina peculiar ya que, a diferencia del resto de vitaminas, prácticamente la única fuente de la que nuestro organismo puede obtenerla es a través del sol. La Vitamina D es una vitamina liposoluble, es decir, se almacena en el tejido graso del cuerpo después de que la piel, mediante una reacción química que se produce a los 30 minutos de recibir la luz solar directa, transforme ésta en Vitamina D, y es un nutriente fundamental para ayudar al organismo a procesar dos minerales fundamentales como son el calcio y el fósforo (es por ello que, cuando, por el contrario, se padece un exceso de Vitamina D, el organismo deseche ese exceso de calcio y fósforo en forma de cálculos renales etc.).
La peculiar escasez de esta vitamina (solo se encuentra en pescados grasos, y en muy pequeñas cantidades en otro tipo de alimentos como el hígado de res, el queso o los champiñones) hace que la industria alimentaria oferte masivamente alimentos enriquecidos con Vitamina D como la leche, champiñones expuestos a luz ultravioleta, zumos, cereales… Otra forma de completar la escasez de Vitamina D es consumir alimentos que contengan nutrientes cofactores a ésta, tales como Magnesio, Boro (presente en almendras, manzanas, avellanas…), Vitamina K (espárragos, albahaca, coles…), Zinc (cangrejo, ostras, langosta…), o Vitamina A (lechuga, zanahoria…).
Pero en principio no haría falta recurrir a esta clase de suplementos ni en alimentos ni en suplementos sintéticos
y tomar el sol durante 10-15 minutos tres veces a la semana debería ser suficiente para obtener un nivel de Vitamina D adecuado.
Ahora bien, durante ese tiempo el sol debe pegar sobre la piel de la cara, los brazos y la espalda sin protección solar y de forma directa, es decir, no vale a través de ventanas, velos etc. Hay que tener en cuenta que, cuanto más oscura sea nuestra piel, más tiempo de exposición solar necesitará para procesar la suficiente Vitamina D.
En términos clínicos, un nivel de Vitamina D adecuado estaría expresado en una presencia en sangre de ésta de 50 nmol/L mediante el sistema de 25-hidroxivitamina D, en el que los niveles sanguíneos se describen como nanogramos o nanomoles por litro (nmol/L). Niveles por debajo de 30 nmol/L o por encima de 125 nmol/L se consideran dañinos para la salud.
7 síntomas que indican un déficit de Vitamina D
A continuación, os enumeramos 7 síntomas que pueden tener su origen en un déficit de Vitamina D:
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Huesos y músculos débiles: La relación entre una carencia de Vitamina D y huesos débiles o propensos a la fractura es evidente ya que, como dijimos, es un nutriente fundamental para procesar el calcio y el fósforo.
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Dolores y cansancio crónicos: Todavía no existen estudios concluyentes, pero sí los hay que apuntan a la Vitamina D como un nutriente importante en la aparición y mantenimiento de los dolores, así como la fibromialgia o fatiga crónica suelen conllevar un descenso en el nivel de Vitamina D.
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Depresión: Además de la relación que existe entre una propensión depresiva y bajos niveles de Vitamina D, la ingesta de antidepresivos (sí como de anticoagulantes o corticoides) dificultan la generación de Vitamina D.
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Encías rojas e inflamadas: Una de las partes del organismo a las que va a parar gran parte de la Vitamina D es el tejido gingival, de ahí que carencias en ésta puedan conllevar la irritación e inflamación de las encías.
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Propensión al resfriado: Como comentamos al principio del artículo, la Vitamina D alimenta al sistema inmune, y si éste está débil, nuestras defensas no podrán contener eficazmente los resfriados.
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Propensión a la obesidad: La Vitamina D influye directamente en la resistencia a la insulina.
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Problemas digestivos: Las personas con diarreas frecuentes o que padezcan la enfermedad de Crohn, al sufrir úlceras intestinales y una mala flora intestinal suele manifestar problemas para la correcta absorción de la Vitamina D.
Como siempre apostillamos al terminar esta clase de artículos, ninguno de estos síntomas es, de por sí, concluyente, y para un correcto diagnóstico de una Vitamina D baja es necesario acudir al médico de cabecera a que realice las pruebas oportunas o acceder a un servicio de información médica como la Asistencia Médica Telefónica que ponemos a vuestra disposición gratuitamente con el servicio de Almudena Avantsalud en las pólizas de Protección Familiar.