Seguros de decesos: antecedentes históricos

Seguros de decesos: antecedentes históricos

Egipcios, griegos y romanos: sistemas de previsión para gastos funerarios

El mes pasado publicábamos un artículo llamado El origen de los seguros de decesos. Aquel era el primero de una serie de artículos con los que trataremos de adentrarnos, analizar y revisar una línea de historia que ha dado origen a lo que actualmente conocemos como seguros de decesos (Protección Familiar).

En aquel artículo exponíamos una idea fundamental que acompañó al hombre desde su origen y de la que derivaría, al cabo de los siglos, la concepción moderna de qué son y para qué sirven los seguros de decesos. En aquel artículo hablábamos de los seguros de decesos como parte de una rama “mutualista” de sistemas de previsión para la asistencia emocional y económica frente a las duras circunstancias de un entierro, un accidente, una invalidez etc.

En el artículo de hoy veremos la manera en la que tres de las civilizaciones más importantes en la historia de la humanidad adoptaron y desarrollaron esa idea fundamental en función de sus circunstancias históricas, su cultura y su concepción artística y social sobre la muerte.

Las momias: la industria funeraria egipcia

El Imperio Egipcio participaba de la creencia de que el alma sobrevivía al cuerpo, y que por ello, cuando el individuo fallecía, para que el alma siguiese estando “viva”, había que conservar “artificialmente” la vida de dicho cuerpo. De este pensamiento nacen sus técnicas de embalsamiento, que son innovaciones científicas, forenses, para conseguir este propósito: sus momias y, por ende, sus pirámides, los mayores monumentos funerarios que haya construido el ser humano.

Nos han llegado bastantes pruebas sobre relaciones, facturas, cláusulas de contrato, precios de modelos de sarcófagos, gastos por complementos funerarios… que parecen indicativas de que en Egipto existía una auténtica industria funeraria en la que posiblemente contasen, debido a los altos costes que debía suponer un entierro, con sistemas de previsión económica (germen de los seguros de decesos) para tales circunstancias.

La antigua Grecia: asociaciones religiosas y asociaciones laicas

En el caso de Grecia, los griegos antiguos contaban con dos tipos de asociaciones ante los decesos:

  1. Las asociaciones religiosas, integradas por los miembros que comulgaban bajo la misma orden, organizaban fondos comunes para poder afrontar todo tipo de adversidades futuras: accidentes, viudez, invalidez, muerte etc. Sin embargo, los gastos de entierro propiamente dichos formaban más parte de un tipo de deber y decoro que la institución religiosa debía cumplir para con sus fieles que parte de esos fondos de previsión.
  2. Por otro lado, encontramos las asociaciones laicas, que ofrecían un curioso servicio para el deceso. Contaban con un sistema de contratación individual. La persona en cuestión dejaba por escrito en su testamento la voluntad de otorgar una dote a dicha asociación para que ésta se encargara, tras su fallecimiento, de cuidar y velar sus restos: visitar y mantener su tumba, celebrar sus aniversarios, recordar su nombre…, una especie de asistencia espiritual para la memoria del fallecido.

Los collegia romanos: modernidad en el sistema: cuotas y riesgo para el deceso

El sistema del Imperio romano es el más interesante a la hora de ilustrar y señalar un antecedente más parecido a nuestros seguros de decesos. En Roma existían los collegia funeraticia. Los socios de estos “colegios funerarios” participaban en ellos a través de cuotas, que se pagaban únicas o periódicas, destinadas a cubrir un gasto funerario que estaba fijado de antemano en los estatutos del collegia -algo parecido al capital de entierro de nuestros seguros de decesos- y que era común para todos los colegiados, independientemente del tiempo que el socio, al fallecer, llevase pagando.

Este factor supone un grado de modernidad en el sistema, ya que asume un componente clave en cualquier actividad aseguradora: el riesgo, es decir, un colegiado que falleciese a los veinte días de contratar este servicio (antecedente de los seguros de decesos) percibía un coste de entierro idéntico al que percibiría un colegiado que llevase pagando veinte años. Esto supone, además, un grado de humanidad, fraternidad y solidaridad, ya que, debido al carácter comunitario o familiar de estas instituciones, al repartir ese riesgo entre el colectivo se buscaba atenuar el impacto que la desgracia pudiera tener sobre un individuo solo y/o sobre sus familiares directos.

Authored by: SuperAdminTotal

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