¿Qué es una alergia?
Una alergia puede definirse como una reacción exagerada del sistema inmunitario ante sustancias que normalmente son inofensivas para la mayoría de las personas. Estas sustancias, llamadas alérgenos, pueden ingresar en el cuerpo por distintas vías: inhalación (como el polen), contacto (por ejemplo, con el pelo de animales) o ingesta (como ciertos alimentos).
Cuando una persona alérgica entra en contacto por primera vez con un alérgeno, no suele presentar síntomas. Sin embargo, su sistema inmunitario comienza a reconocer esa sustancia como una amenaza y responde produciendo inmunoglobulinas E (IgE), un tipo de anticuerpo. Estas IgE se adhieren a unas células llamadas mastocitos, presentes principalmente en la piel, las vías respiratorias y el sistema digestivo: las zonas de “frontera” con el exterior.
A partir de ese momento, la persona queda sensibilizada. En exposiciones futuras al mismo alérgeno, los mastocitos activados liberan sustancias como la histamina, que desencadenan la conocida reacción alérgica.
¿Qué efectos tiene la histamina?
La histamina provoca una serie de respuestas en el organismo:
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Aumenta la secreción de mucosidad nasal o lagrimal.
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Dilata los vasos sanguíneos, lo que causa enrojecimiento e hinchazón.
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Estimula las terminaciones nerviosas, provocando picores o estornudos.
En resumen, los síntomas de la alergia no son más que una respuesta defensiva exagerada, una señal de que el cuerpo intenta “expulsar” al supuesto invasor, aunque este no represente un peligro real.
¿Por qué desarrollamos alergias?
Más allá de la explicación inmunológica, cabe preguntarse: ¿por qué algunas personas desarrollan alergias y otras no?
Una parte importante tiene un componente genético: es más probable que una persona sea alérgica si uno o ambos progenitores también lo son.
Pero también existe una explicación ambiental conocida como la hipótesis de la higiene, propuesta en 1989. Esta teoría sugiere que, al vivir en entornos cada vez más limpios y con menor exposición a microorganismos en la infancia, nuestro sistema inmunitario se “educa” peor, volviéndose más propenso a reacciones desproporcionadas ante estímulos inocuos.
Otros factores que pueden influir en esta “educación inmunitaria deficiente” son:
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El nacimiento por cesárea (sin contacto con la flora vaginal materna).
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La administración temprana y frecuente de antibióticos.
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Una microbiota intestinal menos diversa o desequilibrada.
En conjunto, estos elementos pueden contribuir a una respuesta inmune desregulada, que se manifiesta en forma de alergia.
¿Qué es la anafilaxia?
Aunque la mayoría de las alergias no son graves, algunas pueden provocar una reacción severa llamada anafilaxia. Este tipo de respuesta afecta de forma sistémica al cuerpo, con síntomas más allá del área de contacto con el alérgeno.
La anafilaxia puede ocurrir con más frecuencia en personas alérgicas a ciertos alimentos (como frutos secos o mariscos), medicamentos o picaduras de insectos. Sus síntomas incluyen:
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Dificultad para respirar por inflamación de las vías respiratorias.
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Caída de la presión arterial.
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Urticaria extensa, náuseas, mareo o pérdida de consciencia.
Es una situación médica de emergencia, y requiere la administración inmediata de adrenalina mediante un autoinyector (como el conocido EpiPen). Después, siempre debe acudirse a un centro médico.
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