Que Internet y las nuevas tecnologías van cambiando irreversiblemente multitud de los aspectos de nuestra vida es algo evidente y que ya hemos tratado en este blog: desde nuevas dimensiones en la privacidad en redes sociales, las relaciones entre adolescentes: nuevas formas de socialización así como nuevas formas de acoso (ciberbullying), hasta nuevos problemas legales relacionados con el fallecimiento. En este artículo nos centraremos en eso que llaman e-salud, o cómo afecta la digitalización al sector sanitario: aplicaciones, nuevas tecnologías, relación médico-paciente etc.
Muchas veces el futuro se encuentra presente en las pequeñas cosas, valga la redundancia, del propio presente: pequeñas tendencias, pequeños gestos que anticipan hacia dónde se dirigirá el futuro.
Si atendemos a los últimos datos del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (ONTSI), Google -que, por otro lado, ya ha monopolizado multitud de aspectos de nuestra vida- se está convirtiendo en una especie de “doctor” de atención primaria y consulta:
Más del 60% de los usuarios de Internet utilizan el buscador para realizar consultas de salud frente a solo el 38% que lo utilizaba a tal fin en 2011.
Evidentemente, este porcentaje seguirá incrementándose exponencialmente a medida que las generaciones llamadas “nativas digitales” vayan ocupando su lugar, de hecho, el perfil mayoritario (en torno a un 80%) en este tipo de búsquedas sanitarias son jóvenes con estudios universitarios y/o con hijos menores a su cargo.
De todo, no hay más que ver los términos más buscados que a comienzos de cada año compartimos en este mismo blog (lo más buscado en Google). Pero en lo que a salud, o e-salud, se refiere, hay cuatro grandes bloques según el mismo organismo citado anteriormente:
Sin embargo, el centro de salud -presencial- sigue siendo el lugar más fiable para el 88,7% de los internautas, frente al 38% que confía más en una consulta online o en la información que pueda localizar en la red que en la consulta a un médico especializado.
En cualquier caso, la relación médico-paciente está cambiando, en multitud de aspectos, incluso ese 88,7% que confía en el centro de salud como la fuente más fiable para obtener información sanitaria ya no “acude a consulta” como antes: ahora lo hacen con toneladas de información -o desinformación-.
No nos corresponde entrar en valoraciones cualitativas de esa redinamización de roles sanitarios, tan solo una anécdota a efecto de ilustrar la encrucijada: unas de las preguntas del MIR 2016 (el examen para Médico Interno Residente) versaba sobre la conveniencia, o no, de aceptar solicitudes de amistad de pacientes en redes sociales.
Otra de las brechas donde la revolución digital está apuntalando el sector sanitario es en el terreno de las aplicaciones móviles:
Existen más de 170 mil aplicaciones de e-salud.
Uno de cada tres usuarios de teléfonos inteligentes usa una app sanitaria, según una encuesta realizada en la I Hackathon Nacional de Salud.
Y es que, actualmente, casi ningún producto de cualquier naturaleza, se comercializa sin una app correspondiente (véase, por citar ejemplos de un sector no sanitario, nuestra app Almudena Funciona vinculada a nuestros seguros de decesos, o ClicHogar en nuestros seguros de hogar).
Las apps sanitarias, en su mayoría, están orientadas en tres objetivos: la monitorización y recopilación de datos biomédicos (apps de monitorización cardíaca, diabética, nutrición etc.), el diagnóstico primario y la teleconsulta o telemedicina. Os ponemos ejemplos de aplicaciones e-salud tendencia en el sector sanitario de los dos últimos objetivos:
Es este, evidentemente, el campo del sector sanitario donde los avances son más increíbles, si bien, por la complejidad de la infraestructura necesaria para su desarrollo e implantación, más lentos y menos conocidos, pero la ciencia ficción ya está aquí. Os presentamos a continuación los dos robots con nombre propio que ya están empezando a operar en el sector sanitario:
Keeko: Keeko es un robot de la empresa Siasun que mide menos de un metro y que puede desplazarse por el interior de un domicilio y reportar con imágenes la actividad y el estado de un anciano o niño al que se asigna, permitiendo el “telecuidado”.