En el artículo de esta semana vamos a referirnos a una anécdota histórica para contar una historia real con la intención de acercaros una de las coberturas más útiles para este verano que podéis encontrar en vuestras pólizas de Protección Familiar: la Asistencia en viaje.
¿Quién de vosotros no ha utilizado alguna vez la expresión “Quien se fue a Sevilla, perdió su silla”? El origen de esta expresión se remonta a los tiempos del rey Enrique IV, a una disputa por el cargo (la silla) de Arzobispo de Sevilla entre Alfonso I de Fonseca, el entonces Arzobispo, y su sobrino.
Cuando Alfonso I de Fonseca volvía de Galicia de preparar -precisamente para su sobrino- el cargo o la silla de Arzobispo de Santiago de Compostela, se encontró con que su sobrino le había usurpado el cargo o la silla de Arzobispo de Sevilla.
En este sentido histórico, la formulación actual de dicha expresión sería incorrecta, ya que debería ser “Quien se fue de Sevilla” y no “Quien se fue a Sevilla”, ya que Alfonso I de Fonseca se fue de Sevilla a Galicia y, como dijimos, al volver de su viaje, fue cuando se encontró con la pérdida de su cargo.
Nos gustaría ampliar esta conocida expresión para contaros ahora la historia real del hijo de una asegurada, que no se fue a Sevilla, sino que se fue a Brasil, y que no perdió la silla, pero al que sí que le perdieron su maleta.
Hace un año, como recordaréis, tuvo lugar en Brasil la celebración del XX Mundial de Fútbol. El hijo de nuestra asegurada, gran aficionado al deporte estrella, acudió a Brasil por una estancia de tres semanas a propósito del torneo y ya aprovechando para visitar, a la par que disfrutaba de su gran afición, Brasil, un país precioso pero algo convulso.
Para el hijo de nuestra asegurada aquel viaje representaba la emoción y los nervios que para un chico de su edad y sus aficiones puede representar acudir a la cuna del fútbol en pleno Mundial, pero para su madre, que se quedaba en Madrid con la angustia de toda madre en esas situaciones, la emoción y los nervios eran de un matiz totalmente distinto: es la primera vez que mi hijo sale de casa, y encima al otro extremo del mundo, que se habla otro idioma, tantas horas de avión, un país que no conoce… Y lo único que podía hacer es pedir: “Por favor, escríbeme en cuanto llegues”.
Semanas antes de que su hijo cogiese el avión rumbo a Brasil, nuestra asegurada se puso en contacto, preocupada, con nuestras oficinas. Quería que le explicáramos “al dedillo” la Asistencia en viaje de su póliza de Protección Familiar. Uno de nuestros compañeros atendió su petición, le dio las explicaciones pertinentes sobre la cobertura y le indicó el lugar de nuestra web donde podía descargarse un pdf con la descripción completa de su Asistencia en viaje Protección Familiar.
Nuestra asegurada se quedó más tranquila: todas las trágicas situaciones que se le pasan por la cabeza a una madre preocupada por un hijo que se marcha a la otra punta del mundo estaban cubiertas: asistencia médica, repatriación en caso de accidente o enfermedad grave, traslado y dietas de un acompañante etc.
Pero en los viajes, al igual que en la vida, no se trata únicamente de llegar sano y salvo, de haber evitado los grandes contratiempos, de haber esquivado los riegos más graves. También son muchos los pequeños imprevistos que pueden surgir, y que, precisamente por ser menos graves y más pequeños, pueden ocurrir con mayor probabilidad.
El hijo de nuestra asegurada cogió su avión, previa introducción de su tarjeta de Asistencia en viaje Almudena en la cartera. Después de un viaje de 11 horas a través del océano nuestra asegurada recibió un mensaje: “Mamá, todo bien, he llegado sano y salvo al hotel, pero… me han perdido la maleta”.
Nada más aterrizar en Sao Paulo, en la cinta giratoria del aeropuerto, su maleta nunca apareció… Este “pequeño imprevisto” iba a suponer una gran faena para el hijo de nuestra asegurada, que se enfrentaría a tres problemas:
Soluciones reales a problemas reales: una Asistencia en viaje pensada hasta para los más mínimos imprevistos
Si nuestro protagonista se enfrentaba a tres fastidiosos problemas, la Asistencia en viaje de nuestros seguros de decesos le ofrecía tres sencillas soluciones:
El viaje de nuestro asegurado podría haberse torcido completamente. La situación que se encontró al llegar a Brasil, la indiferencia de la aerolínea, la barrera del idioma… todo parecía mirarle con cara de “Ah, quien se fue a Brasil…”. Sin embargo, aunque la aerolínea tardaría cuatro días en localizar su equipaje, gracias a contar con un seguro de Protección Familiar Almudena, nuestro asegurado tuvo una “silla” de coberturas que le permitieron disfrutar y proseguir con su viaje aun cuando, por irse a “Sevilla”, le perdieron la maleta.